Gongue: una historia del Delta Panorámico. Si hablamos de Ciencia Ficción actual, de la reconfiguración de un espacio, de un lenguaje y de cierta distopía asociada a dichos elementos, hablamos de Gongue (2012). La novela de Marcelo Cohen nos presenta un espacio particular: el Delta Panorámico, donde los hechos suceden alrededor de un objeto: el gong, instrumento de percusión originario de China que en la novela adquiere un papel místico, pues su toque por parte del personaje Gabelio Támper, llama a la meditación sobre los diferentes sucesos del día y hace alusión al Custodio de las cosas, una especie de divinidad en la obra. Támper es el custodio terrenal de lo que sucede en el Delta Panorámico, se encarga de tocar el gong para que se mantenga el equilibrio mientras observa que las cosas se mantengan en su lugar. Sobre una montaña de basura vigila las tierras de su jefe y las islas que se encuentran bajo el agua, pero a su vez, está llevando a cabo una tarea mística. En cierto momento
Permítaseme comezar la reseña con una gran frase de Julio Cortázar en su prólogo a “Humanario”, libro de fotografías de Sara Facio y Alicia D'Amico tomadas en múltiples hospicios psiquiátricos: “Siempre he sentido que alejándose de esa zona contigua entre cierta locura y cierta cordura, los locos y los cuerdos se asemejan simétricamente en su proceso de ser cada vez más locos y cada vez más cuerdos. Finalmente, lo que pierde a ciertos locos es la forma insoportable que para la sociedad asume su conducta exterior [que] facilitan la colocación de la etiqueta y la separación profiláctica; es lógico, incluso beneficioso para el loco, es una sociedad que aplica las reglas de su juego con las que nadie está autorizado a jugar. Pero en el otro extremo de esa simetría, allí donde la razón va siendo cada vez más razonante y razonable (...) basta mirar de cerca para descubrir a cada paso la otra alienación, la que no sólo no transgrede las reglas del juego sino que incluso las estatuye y la