Mandinga de amor
Luciana De Mello
Una piña en la boca, así se siente leer esta novela. Sin embargo, en el camino no sentimos
rechazo.
A pesar de que esta historia nos pinta lados feos de la vida, lo hace con la naturalidad de
quien los vive.
Lucina De Mello no se propone pintar negro, nos muestra el crisol, juega con lo
diverso, con el dolor cotidiano, con el límite geográfico de la triple frontera que es analogía de la
delgada línea que puede separar el amor del odio, el placer del asco, la ausencia de quien está
presente y la presencia de quien se ha ido. Una niña que transita una infancia atravesada por la
desposesión, la desclase, la despatria y se aferra a lo único que le pintan como amor: el abuso.
Esta niña crece en una familia marcada por el exilio de un padre que ha formado parte de
la maquinaria de la dictadura uruguaya y una madre brasilera que busca aferrarse a ese
matrimonio como único espacio de pertenencia. Esta familia se disuelve como se disuelve la
esperanza de formar un hogar en una casa tomada en Buenos Aires.
En las puertas de la adolescencia esa niña buscará refugio en lo único que es capaz de
interpretar como amor: la relación abusiva incestuosa con su tío.
Esta novela nos lleva y nos trae constantemente en el tiempo mostrándonos la construcción de una mujer que necesita liberarse. Para eso nos llevará a la triple frontera Uruguay-
Brasil-Argentina en la búsqueda desesperada de ese hombre a quien cree amar y por quien cree ser amada. Será guiada por un cambista brasilero y una Mae umbanda que la conectan con su
carne y su espíritu respectivamente.
¿Desde qué perspectivas se puede analizar esta novela?
La autora, Luciana De Mello, originaria de Lugano, nos cuenta en una breve charla que los escenarios de la novela remiten en muchos casos a espacios conocidos.
Su trabajo en talleres con personas en situación de encierro o en barrios marginados con personas en recuperación de las adicciones ha sustentado su impulso a “contar los límites”.Límites que, como contamos en la reseña, no solo son geográficos sino, también, lingüísticos, emocionales y, por supuesto, sociales y que se dan en el espacio reducido de una ciudad, un pueblo, un barrio. Desde esa mirada, podemos analizar la obra como una novela realista puntualizando en la otredad como construcción de la imagen del otro y la imagen de sí mismo de los personajes, sobre todo de la protagonista y su madre.
Desde un análisis crítico-social, podemos abordar esta novela observando la situación de quienes no pertenecen a ningún lugar.
ESI: Desde la lectura de Mandinga de amor, se pueden trabajar las imposiciones socio históricas culturales de la imagen del cuerpo impuestas desde la infancia.
Como tema central de la ESI, esta novela despliega una gran oportunidad para trabajar el abuso sexual y emocional intrafamiliar.
Y, por si fuera poco, aborda cuestiones como el aborto, la exposición de la “intimidad” sexual en una familia de excasos recursos ambientales, la posibilidad de las mujeres de abordar sin culpa sus experiencias sexuales, el concepto de fidelidad, el rol impuesto a las mujeres, entre otros.
Desde lo lingüístico: Esta novela presenta la oportunidad de observar los modos de significar de los distintos dialectos de los márgenes.
Si bien, podríamos “etiquetar” a la novela como realista, sobre el final, se puede observar un “desliz” hacia el realismo mágico. Excelente oportunidad para trabajar las posibilidades de contacto de los géneros y de análisis de las creencias en Latinoamérica.
La construcción de la narradora en primera persona presenta la oportunidad de abordar la construcción psicológica de la protagonista. Aspecto que se enriquece con las anacronías en un escenario de viaje que es a la vez geográfico y de introspección.
Por: Jésica Sosa
Profesora en Lengua y Literatura
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