Guillermo Martínez es escritor y matemático de Bahía Blanca. En sus textos literarios confluyen ambas disciplinas que generalmente se encuentran divididas por la oposición: letras/ciencias exactas. Una de sus obras más relevantes es “Crímenes imperceptibles”, cuya trama policial gira en torno a un desafío intelectual que lleva al protagonista a descifrar las pistas aplicando la lógica matemática.
En el caso de “Una madre protectora”, nouvelle publicada en 2019 por la editorial Planeta, estamos frente a un thriller donde convergen el suspenso y el horror.
Los personajes se encuentran durante toda la narración enmascarados, lo que conocemos de ellos es muy poco y las elipsis generan el suspenso necesario para sentir la presión y el terror. La perspectiva desde donde se nos permite “espiar” los hechos es tan pequeña que nos asfixia, nos desespera, nos arrastra hacia el horror tan rápidamente que el final nos encuentra sorprendidos y agobiados.
El narrador testigo del relato nos presenta la historia de Lorenzo Roy, a quien acaba de conocer en una reunión de escritores organizada en la casa de su amigo Renato y su pareja Moriana. Lorenzo, un pintor muy amigo de Renato a quien el alcoholismo lo había llevado a vivir al margen de las relaciones sociales, llega a la reunión con Sigrir (una mujer danesa o noruega, no sabemos bien), bióloga marina y a quien su trabajo la había traído a la Argentina para estudiar las migraciones de las ballenas en el sur.
Nuevamente, podemos reconocer en el texto literario de Martínez el entrecruzamiento entre dos disciplinas: arte, en el caso de Lorenzo; y biología, en el caso de Sigrir.
La manera de relatarnos la historia es a través de las voces de los demás personajes, los que preguntan por la edad de ella, los que sacan conclusiones de la edad de él; los que no saben exactamente cuál es la nacionalidad de Sigrir y quienes ven en su amigo una persona totalmente diferente a la que conocían.
Sigrir se muestra decidida a apartar a Lorenzo de sus amigos, la mirada sospechosa que siente el narrador testigo, nos brinda indicios tan claros y a la vez tan desesperantes que tenemos la sensación de que “algo anda mal”.
La amistad que logra construir el narrador con Lorenzo nos aporta más datos: un embarazo planificado, una mujer obsesionada con su trabajo como bióloga, un ¿experimento? relacionado con su bebé y la certeza, para Lorenzo, de que su hijo no es el que le muestran, que ése es otro. Que el suyo está cerca y a la vez lejos, en una habitación fría y oscura, siendo víctima del estudio de su propia madre.
Un diagnóstico psiquiático sobre Lorenzo nos sitúa en el margen de la locura y la cordura, una línea tan fina que si no ubicamos bien los pies, podemos caernos hacia donde no hay retorno.
Como lectores,les proponemos adentrarse en este texto despojándose del preconcepto de lo que es “la verdad”. Guillermo Martínez nos abre un abanico de posibilidades, de realidades, de “verdades” cuestionables. Es abrir el libro y adentrarnos en la búsqueda de nuestra propia explicación, si la tenemos, si la generamos, si elegimos entre la cordura o la locura, ¿locura?
¿Desde qué perspectivas podemos abordarla?
Género literario: el realismo permite abordar no sólo el marco de la historia, sino que es permeable al thriller de suspenso y al aspecto psicológico que se puede analizar en la nouvelle. Como adelantamos en la reseña, a Lorenzo se le diagnostica Síndrome de Capgras, por lo tanto se puede problematizar acerca de si el hijo que él cree que fue sustituido realmente lo fue, o no y es todo producto de su mente y de este trastorno que lo enloquece.
Teoría Literaria: El tipo de narrador, como adelantamos, es homodiegético; por lo tanto, su ángulo de visión va a resultar poco abarcativo.
Se podría analizar la perspectiva “visión por afuera” desde Todorov.
También se puede analizar la focalización, según Genette, que se correspondería a la interna fija. El narrador no varía, de hecho, realiza un viaje durante la historia en cuestión, dando lugar a una gran elipsis. Ese tiempo que el narrador no se encuentra en el país no sabremos qué sucede con Lorenzo, su esposa y el bebé.
Es interesante, además, cómo se introducen las voces de los personajes: en algunos casos, mediante el discurso directo libre, y en otros (especialmente cuando el narrador dialoga con Lorenzo) el discurso indirecto libre.
Intertextualidad: En el año 2019 Sebastián Schindel dirigió la película “El hijo”, cuyo protagonista es Joaquín Furriel en la piel de Lorenzo. La película puede ser vinculada con el texto, siempre y cuando se tenga en cuenta que el lenguaje del cine muchas veces puede respetar la historia que se plantea en el relato literario, pero no siempre la manera de presentar los hechos. El suspenso en el cine no se maneja de la misma manera que en la literatura. La focalización en la película está centrada en Lorenzo y desde allí se desplaza hacia los demás personajes: la pareja que comentamos en la reseña, en la película adquiere un gran protagonismo; Sigrir se nos presenta de una manera más completa, no detallada, pero sí con mayores indicios acerca de quién es y a qué se dedica.
A la manera de Hitchcock, el suspenso está muy bien logrado: las miradas, los silencios, los elementos paralingüísticos en general y la fotografía, hacen de esta película una muy buena adaptación de la nouvelle de Martínez.
¿Para qué cursos se podría recomendar?
“Una madre protectora” se podría abordar en 5to año de Secundaria Superior, según la cosmovisión realista que se propone desde los Diseños Curriculares. No posee demasiadas complejidades si se lee en concordancia con la enseñanza de los discursos directo e indirecto libre, que es lo que podría llegar a marear a unx lectorx de secundaria.
Sin dudas es una nouvelle para generar múltiples interpretaciones en lxs estudiantes, que despierta el interés y el entusiasmo por querer saber más.
Por: Gisele Torres
Profesora en Lengua y Literatura
Comentarios
Publicar un comentario